Clamando en el Desierto

miércoles, octubre 20, 2010

¿Clase, in, culta?

En Colombia los indígenas no estaban tan avanzados como en otros países de América además su número era menor que en aquellos por lo que la crisis demográfica que se presentó a raíz de las epidemias, de la conquista en sí y de la sobre explotación afectó más al país. Esto unido a los altísimos costos, muchas veces no comprendidos por los mineros, de la extracción de oro no permitió que se creara una clase dominante ni tan rica ni tan grande ni tan fuerte como las de México o el Perú, por lo que fue necesario asimilar completamente a ésta a los funcionarios coloniales quienes al ser mayoría impusieron sus valores. Además hay que tener en cuenta que debido a que muy pocas españolas vinieron durante la formación de la nueva sociedad en el seno de esta clase se encontraban muchos mestizos (en los árboles genealógicos de Flórez de Ocáriz aparecen una y otra vez) con lo que se llegó a una clase precaria en la que bastaba la división de una herencia o la pérdida de un cargo para terminar descastado, se requería, entonces, de unos valores intangibles que permitieran distinguir a los distinguidos aun cuando hubieran sufrido tan gran desgracia. El valor de fácil alcance para las clases altas y que no estaba al de las demás fue la cultura pero no había la grandeza para crear una propia ni los medios para seguir de cerca los avances de la europea ya que si Bogotá estaba lejos de los circuitos comerciales lo estaba aun más de los de la cultura más por razones económicas que geográficas. Así que tal cultura quedó restringida a la educación que se daba entonces, y que era privilegio de la clase alta, lectura de los clásicos y al habla de un idioma gramaticalmente correcto, esto último lo facilitaba el conocimiento, indispensable para las lecturas, del latín. Ser culto se volvió sinónimo de tener buenos modales y un habla gramaticalmente correcta compartía los rasgos de un cierto acervo y de las buenas maneras. Además en su afán de esconder su propio mestizaje (Colombia es tal vez el más mestizo de los países hispanoamericanos), se aferró a las costumbres españolas (no es de extrañar por lo tanto la insistencia en que en Colombia se habla el mejor español de América, en especial en los departamentos más mixturados, el Altiplano y los santanderes).
La independencia no cambió este aspecto. Aunque en el siglo XIX se crea una burguesía, ésta distaba mucho de ser, por ejemplo, la de Buenos Aires, y como clase tenía las mismas debilidades de la de los antiguos encomenderos, tanto así que pudo enfrentar a la los terratenientes en los campos militar, económico y político pero debió asimilarse a ellos en el social para lo que usó las herramientas que tenía a mano. Los burgueses principales se hicieron a la dignidad distintiva de expresidente de la República (en los veintitrés años en que la burguesía radical tuvo el sartén por el mango veintiséis ciudadanos se posesionaron como presidentes) y, claro está, utilizaron la cultura, como ésta se conoce en Colombia, modales y gramática.
Es cierto que aportaron nuevos conocimientos, en especial en las ciencias físicas, algo de historia y economía política pero tampoco crearon o adquirieron una verdadera cultura. (Una de las razones tras el suicidio de Silva, uno de los muy pocos colombianos verdaderamente cultos de la época, es sin duda la incomprensión de sus contemporáneos, lo llamaban José Presunción, probablemente porque hablaba de temas que los demás no entendían, y debió de sentirse – para usar una frase suya- como Prospero en un país de calibanes).
Ya entrado el siglo XX, la cultura (gramática y modales) seguirá siendo distintivo de clase, el único colombiano que escala toda la pirámide social sin apoyarse en el capital, Marco Fidel Suárez, era, ¿habrá necesidad de decirlo? Gramático.
Desde luego esto tiene sus problemas, el idioma se estanca - recordemos que por lo general la el lenguaje se enriquece a partir del pueblo y hacia las clases altas y no al contrario – y tiende a acartonarse, “La detestable costumbre bogotana de pronunciar todas las letras” según el decir de Vargas Llosa. Tras esa arrogancia de “en Colombia se habla el mejor español de América” ¿no hay, acaso, un cierto complejo de inferioridad? Mientras los argentinos hablan en argentino y los mexicanos en mexicano, aquí se sigue hablando, al menos eso se intenta, el castellano del siglo XIX español.


Los profundos cambios sociales y económicos que se dan una vez terminada la Segunda Guerra Mundial harán que la sociedad colombiana, sin dejar de ser clasista en el fondo, se vuelva más permeable pero se exige como valor mínimo una cierta cultura, los dos valores tan mencionados, y los lenguajes siguen siendo símbolos de clase y el idioma sigue siendo clasista, para avanzar se necesita aprender las formas de la clase alta.
Pero como no se trata de una vocación ni del resultado de una cultura sino de una herramienta necesaria pero incómoda, las normas se aprenden mal y se aplican peor.
La primera víctima será la difícil preposición de, sus veintinueve acepciones son demasiadas para quien requiere otros conocimientos que le resultan más prácticos y que le interesan más. Hoy es difícil encontrar un párrafo al que si no le sobra un “de” es porque le faltan varios. Que las normas se leen se puede demostrar; por ejemplo, el dequeísmo es menos frecuente en Colombia que en otros países latinoamericanos, así como el detestable uso del “debe de” para indicar deberes pero en pago la dequefobia es rampante y las suposiciones se convierten en aberrantes deberes. No quiero ni mencionar el tan frecuente vaso con agua.
Le siguieron, una a una, las demás preposiciones. Luego le tocó el turno a los pronombres reflexivos a los que se quiere obligar a ser siempre reflexivos. Más tarde al imperativo, muy frecuente en castellano y mucho más en Colombia. Para no parecer maleducada la gente recurre a formas que lo suavicen pero no mediante un respetuoso por favor ni suavizando el tono mediante una pregunta sino que se acude a disfrazarlo, ¿será por que se quiere dar la orden de todos modos?, para eso están los diminutivos, la petición de que se regale lo que piensa pagar, el mandar que le recuerde lo que nunca supo.
Sin embargo lo más perjudicial han sido las palabras “cultas” los neologismos de tendencia técnica que vinieron a reemplazar palabras precisas, claras y concisas y, lo que es peor, las palabras que por su precisión y escasa utilización parecían más finas que las más generales. Para completar el daño se produjo una reacción, otro grupo se empeñó en utilizar sólo la palabra más general y por uno y otro extremo se han ido perdiendo los matices tan necesarios para una buena comunicación, mientras los que suben se empeñan en colocar el reloj en la hora, los que no quieren bajar ponen su plata en acciones y hasta en pirámides. De uno y otro lado ha nacido suspicacia hacia las palabras, ¿serán o no serán elegantes? Ante la desaparición de palabras se acude a otras de las que se asume que tienen un significado parecido, así éste sea muchas veces nada menos que el contrario, se le dice miedoso no al que siente miedo sino al que lo produce y sospechoso al que sospecha (no es un juego de palabras sobre la política actual), por simple miedo a que atemorizante y suspicaz resulten demasiado cultas y por lo tanto ñera o lobas. Eso en el caso de quienes aún conocen tales palabras.
Cualquier palabra que no sea de uso diario es vista con desconfianza y frecuentemente eliminada por completo del vocabulario con la consecuente pérdida de comprensión. Se discute con frecuencia el por qué los jóvenes cada vez leen menos, se dan toda clase de explicaciones pero lo que ellos mismos me han dicho es que se cansan muy fácilmente porque no comprenden algunas palabras, entre ellas muchas que hasta hace poco eran de uso frecuente.
El mal aprendizaje de las normas ha llegado hasta el punto en que toda ese es plural, en breve deberé llamarme Carlo porque soy solo uno. Se regularizan a machetazos los verbos irregulares y hasta los verbos terminados en iar se conjugan en ear por temor a caer y por eso mismo cayendo en errores de pronunciación. Pero si el clasismo ha sido causa del daño del idioma, el populismo no se le queda atrás. Entre los demagogos el mal uso del idioma es una herramienta eficaz. Me dicen que Bush, para no entrar en discusiones locales ni regionales, en su conversación personal tiene menos acento, modismos y errores gramaticales tejanos que en su discurso público.
Para aumentar su audiencia o su tiraje, algunos medios recurren al lenguaje más pobre posible de manera que se pueda llegar a cualquier público al precio de sacrificar precisión y claridad. En los subtítulos de las películas hace mucho tiempo que desaparecieron los tiempos condicionales y los compuestos. Muchos publicistas y comunicadores son hoy los únicos profesionales en el mundo que se pueden dar el lujo de no saber manejar la principal herramienta de su profesión.
Con un idioma plano (en el sentido de los colores), sin matices, es casi imposible comunicarse en forma adecuada. Con una materia prima insuficiente y herramientas deterioradas ¿qué se puede hacer? Culebrones. Pero como éstos necesitan un publico numeroso se deteriora a propósito el idioma se entra en un círculo vicioso en el que el gran perdedor es la necesarísima claridad en la comunicación.
En su estudio de las civilizaciones, el historiador inglés Arnold J. Toynbee da como síntoma típico de la decadencia de las culturas el empobrecimiento del idioma y la aparición de linguas francas. Yo me pregunto si sólo será un síntoma o si adicionalmente es un catalizador que facilita y precipita la descomposición social.

domingo, septiembre 05, 2010

Los 5.000 del coronel

Apareció de nuevo el coronel Gadafi, esta vez con una propuesta que de entrada sonó, afortunadamente, ridícula y que dicha en Italia (país donde el instinto educado por años reconoce los chantajes mafiosos) y de la mano de Berlusconi mostró las intenciones del matón. Pide el Coronel, nada menos que € 5.000 millones año para evitar “una Europa negra”. La frase (excesiva hasta en un pastor metodista de Alabama cuánto más en un “líder” islámico africano) quiere decir en idioma corriente acabar con la migración africana a Europa, y no – como se podría pensar- desarrollando a África sino por sus medios dictatoriales, reprimiéndola, reprimiéndola a lo africano.

Dejando de lado al coronel, que desde que los gringos le arrojaron la bomba en el patio trasero de su casa perdió toda objetividad, la simple existencia de la propuesta invita a varias reflexiones. La primera:

Aun suponiendo que Europa quiera acabar realmente con la inmigración, (principio que merece capítulo aparte) es difícil saber si está dispuesta a pagar el precio de que esto suceda. Al hablar de precio no me refiero a euros y céntimos, con los que a veces se muestran generosos, ¿está Europa (y al decir Europa me refiero al mundo industrializado) dispuesta a permitir el desarrollo de África y de América Latina?(Asia es fenómeno aparte) yo creo que no.

Desde sus albores en el siglo XII, el capitalismo ha consistido en tres simples operaciones: comprar barato, vender caro y capitalizar las ganancias. Con la revolución industrial el proceso se complicó un poco: comprar barato, transformar, vender caro y capitalizar para seguir con el proceso. Este sencillo mecanismo exige, como es obvio, quién venda barato, quién transforme y quién compre caro. ¿Estará el mundo industrializado dispuesto a dejar que otros transformen el cacao y el café para evitar que las pieles de sus nietos se achocolaten o tomen el color del café con leche? Porque mientras que el dependiente de una cafetería en Nueva York o París gane más por preparar un café que el campesino que lo produce las migraciones no se aminorarán. ¿Están dispuestos? Hay hechos históricos que lo niegan, veamos:

Terminada la segunda guerra mundial Europa estaba destrozada y arruinada, EE.UU. no sólo era el mercado más grande sino prácticamente el único, además de no poder colocar sus excedentes en un mundo pobre o empobrecido, su rival político, la URSS, con otro modelo avanzaba por Europa. A sabiendas de que iba a crear competencia para sus productos EE.UU. resuelve echarle una mano a Europa, antiguos enemigos incluidos. El Plan Marshall les crea además de aliados, un grupo de clientes con capacidad de compra. Vienen los milagros económicos y con Europa en pleno desarrollo se crea la OTAN.

Pasan unos pocos años y en el África islámica surge un líder, Nasser no es Gadafi, no llega con arrogancia de matón ni humildad de pordiosero, con dignidad busca un préstamo para crear un distrito de riego que le permita alimentar a su pueblo. A EE.UU. Egipto no le interesa ni como cliente ni como proveedor, sólo lo ve como un competidor capaz de bajar los precios del trigo y de ofrecer en los mercados internacionales un algodón igual o mejor que el suyo y, coherentes con su moral capitalista, niegan el préstamo. Lo que siguió es conocido. Nasser nacionaliza el Canal, e inicia la guerra de Suez, Inglaterra y Francia logran que Israel les saque las castañas del fuego, Rusia interviene y ante la posibilidad de un enfrentamiento nuclear, EE.UU. deja solos a sus aliados. Nasser y el mundo islámico, nuestro flamante coronel incluido, se acercan a Rusia, Asuán se construye, y como no hay estadísticas de lo que deja de pasar, nunca se sabrá cuántas migraciones ha evitado.

El tercer acto llegó unos pocos años después, en el Caribe surgió otro líder. Cuando todavía lo recibían en la Casa Blanca, Fidel Castro – con ingenuidad impropia en él- propuso una especie de Plan Marshall, su argumento: Una Latinoamérica rica sería un buen cliente para EE.UU. Lo que no comprendió Fidel fue que a los gringos Latinoamérica no les interesaba, ni les interesa, como cliente; su papel en la distribución internacional del trabajo es la de proveedor de productos a bajo precio. La idea como era de esperarse fue rechazada, Fidel acabó echándose en brazos del oso ruso y Kennedy, medio asustado, siguió en parte la idea de su colega cubano, pero la Alianza para el progreso, no fue el Plan Marshall ideado por Castro sino un simple paliativo para mostrar buena voluntad y granjearse un grupo de simpatizantes. Que el asunto no era de girar dólares y centavos quedó claro, el Pentágono se ha gastado en los últimos cincuenta años una cifra que equivale a varias veces la propuesta por Castro, para reprimir posibles revoluciones que se hubieran podido evitar con el plan propuesto que en definitiva resultaba más subversivo, en el sentido real de la palabra que cualquiera de esas revoluciones.

Así que nadie se alegre ni se alarme de la propuesta de Gadafi, los cinco mil del coronel no se van a girar ni para una cosa ni para la otra, aunque es posible que de vez en cuando se dé una cifra considerable como regalo humanitario. Las migraciones por supuesto seguirán con o sin Gadafi, con o sin la gobernadora de Arizona.

domingo, agosto 08, 2010

¿PATRIMONIO DE QUIÉN?


La Unesco publicó una larga lista de monumentos consagrados como Patrimonio Histórico de la humanidad, hace bien, con esto los protege y promociona y ese es su oficio.

Sin embargo ¿ese honroso título es cierto o simplemente es un reclamo para que turistas ricos acudan a gozarlos o simplemente a fotografiarlos como el turista japonés del cuento que toma y toma fotos sólo porque es de rigor?

Supongamos que resuelvo acudir a Stonehenge y en mi declaración de solicitud de la visa pongo esto como motivo de mi viaje, igual, si no cumplo los requisitos adicionales (y en mi caso es bastante posible que no los cumpla) me negarán la visa. O yo no soy humano o Stonehenge no es patrimonio de la humanidad.

Tomemos, por cercano cultural y étnicamente el caso de España. El Archivo General de Indias es patrimonio cultural de la humanidad, y así no lo fuera, al tener en sus infolios parte de la historia de mi patria y aun de mi familia, en sus estantes aparecen probanzas y hasta juicios criminales de mis antepasados por lo que es sin lugar a dudas parte de mi acero cultural. Sin embargo es lo mismo, al consulado español no le es suficiente que yo demuestre que soy profesor de historia, que investigo la de mi país y me intereso en la de mis antepasados y que por eso estoy interesado en consultar ese patrimonio mío, no digo que me vayan a negar la visa, ya una vez me la concedieron, sino que no me la darían por ese solo hecho, es más con los salarios típicos de los profesores colombianos puede ser un motivo para que lo duden.

Lo mismo pasa con los monumentos; con excepción del convento de San Lorenzo del Escorial en donde el hispanoamericano tiene el mismo tratamiento del español, entrada gratis, muchos monumentos de ese país que fueron levantados o enriquecidos con el oro de Hispanoamérica, tienen precios rebajados para los turistas de la Comunidad Europea, que además de no tener ningún tipo de nexo con el sitio a visitar generalmente tienen con qué pagar la entrada, mientras tratan al latinoamericano como a cualquier otro. Sin que valgan el pomposo título de “patrimonio de la humanidad” o la teoría del cónsul español Jorge Perlasca que salvó a miles de judíos aduciendo que los descendientes de la expulsión de Isabel La Católica eran españoles por descendencia.

jueves, marzo 19, 2009

LA CIENCIA EXACTA DE LAS MATEMÁTICAS

Con la caída que sufrieron los precios de las acciones en la primera semana de marzo los periodistas se mostraron preocupados, los más ricos se estaban empobreciendo. Warren Buffett ya no es el hombre más rico del mundo, lo siento por él, a George Soros le fue peor y parece que Ardila Lulle perdió más que Santo Domingo por tener un porcentaje mayor de su fortuna en Colombia y por lo tanto sometido a la devaluación del peso colombiano.

Por otra parte, el Banco Mundial habla de la disminución de las remesas hacia América Latina, para ellos los receptores mexicanos y brasileños no han perdido capacidad adquisitiva, no se han empobrecido porque la disminución de las remesas se ha compensado con la devaluación de las monedas locales. Dejando a un lado la pregunta obvia de para qué les sirve la ventaja cambiaria a aquellos que no siguieron recibiendo remesas, me pregunto por qué los pobres no son más pobres cuando reciben los mismos pesos o reales devaluados mientras el magnate colombiano lo es mientras su capacidad adquisitiva en pesos sigue siendo la misma o incluso es mayor, su preocupación no es el mercado ni el colegio de los niños sino las acciones que al estar a precios más bajos le sale más barato comprar.

Más complicado es cuantificar las pérdidas, se puede empezar por lo más sencillo, la finca raíz. Tras el escándalo de las hipotecas los precios de las casas en EE.UU. entraron en barrena y las mansiones de los millonarios no han sido la excepción, no tengo ni idea cuál ha sido la pérdida por una cualquiera de las que tiene alguno de los mencionados arriba, lo que sí sé es que la casa sigue siendo la misma que hace año y medio, los contenidos los mismos, salvo tal cual obra de arte que haya comprado entre tanto, es poco probable que la vendan y menos en momentos de crisis. ¿Entonces qué se perdió? La diferencia consiste en que ahora va a pagar menos impuestos y eso es una ganancia. Quién sabe si a los millonarios eso les moleste ya que en su mayoría tienen la adicción a quejarse de todo lo que tenga que ver con el fisco. Que yo sepa la única persona que quisiera pagar más impuestos soy yo mismo, claro está que no se trata de un patriótico deseo de colaborar más con la política de las dos mentiras, sino del más prosaico de que me aumenten el sueldo.

Para entender la pérdida de valor de las acciones se puede usar un ejemplo: Supongamos que alguien tiene cien mil acciones del Citigroup, esta mañana (escribo el 18 de marzo de 2009) amanecieron a US$ 2,60 o sea que valían 260.000; en algún momento del día alcanzaron 3,36 para cerrar a 3,08. La pregunta es ¿el poseedor de ese paquete ganó 48 mil dólares (308.000 – 260.00) o perdió 28 mil (336.000 – 308.000)? Si ampliamos el ejemplo a los últimos 365 días encontramos que hubo un momento en que sus acciones costaban 2´735.000, otro en el que su valor era de 97.000 y ahora están a 308.000. ¿Cuánto perdió?

Yo sé que poco tienen que ver gramática y economía pero si no ha vendido (eso lo han hecho quienes tienen obligaciones que cubrir, planes para los que habían ahorrado pero no los magnates) no perdió, alguien puede decir que han perdido, más correcto sería decir que van perdiendo. Sin embargo, así como la casa, las acciones siguen siendo las mismas y el gobierno más poderoso del mundo está luchando para que se vuelvan a valorizar y su trabajo es gratis, más que gratis, ya que mientras a los demás estadounidenses les suben los impuestos, los de las holdings de los grandes capitales bajan (así les suban las tasas) al bajar las bases impositivas ya que sus balances dan pérdida.

No vale la pena entrar en la extraña discusión de si una persona que tiene veinte mil millones de dólares es menos rica que la que tiene cuarenta mil millones.

Entonces ¿quién perdió? Quienes tuvieron que feriar sus acciones, aquellos que tras el remate de sus títulos debieron entregar sus casas al no poder pagar la hipoteca que habían hecho para especular en la burbuja accionaria y, claro está, los estados que recibirán menos impuestos en el momento que más los necesitan.

Mientras tanto los que tendremos que pagar más impuestos, sin que nos suban el sueldo, nos constristamos porque Warren Buffett ya no es el hombre más rico de mundo.

lunes, diciembre 29, 2008

SIN PERDÓN

Una de las gracias de Cervantes es no andar dando lecciones, él no decía hay que hacer esto o lo otro, ni mi propósito es… sino que lo hace en medio de una frase corriente “… que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos (que sin perdón así se llaman)” Así desde el comienzo mismo del libro anuncia que va a llamar las cosas por su nombre y no piensa pedir perdón por hacerlo.

No abunda en Colombia el principio cervantino, aquí se pide a cada paso perdón por las palabras (no por las acciones), si alguien disiente empieza invariablemente pidiendo perdón, “Qué pena contigo” “Me mueeero de la pena” Parece que desde que el arzobispo Caycedo y Flores mandó retocar los cuadros de La Magdalena en las iglesias bogotanas para que no se vieran los abundantes escotes barrocos de la santa, todo se cubre con un piadoso y pudoroso manto. El manto de los eufemismos –palabras educadas, engañosas, recatadas, hipócritas – lo cubre todo.

Para designar el baño de sangre que a mediados del siglo pasado inundó a Colombia se encontró una palabra, la Violencia (así, con mayúscula porque es nombre propio) que como si se tratara de una malvada divinidad sanguinaria tenía la culpa de todo: Fulano murió en la Violencia, a zutano se lo llevó la violencia, como si se lo hubiera llevado el Coco. Para no exacerbar ánimos que prolongaran el fenómeno, se pidió que no se hablara más. “Vigilar el ruido mismo del corazón” solicitó el presidente Lleras Camargo, pero tal silencio no pacificó el país, sólo llevó a la impunidad y ésta a más violencia. Mientras los españoles hacen una catarsis sobre su guerra civil y el periodo franquista, aquí no sabemos quiénes fueron los beneficiarios de la Violencia ni si fenómenos tales como el Secuestro (otro personaje mitológico) son hijos de aquella – puede que en muchos casos, el secuestro, haya sido una retaliación por la impunidad, pero claro, no se ha estudiado-.

Hoy se está inventando un nuevo personaje de esta eufemística laya: Los falsos positivos, ¿Por qué, me pregunto, llamar a una mezcla de delitos por el menos grave de todos? Planteado así, suena como una falta administrativa menor cuando en realidad se trata de una larga serie de asesinatos (que sin perdón así se llaman) que presentan todas las circunstancias agravantes amén de otros delitos de los cuales el menor es el engaño administrativo. Claro que así se evita llamar asesinos a un grupo de militares, cómplices a quienes los disimularon e instigadores a los que diseñaron y mantienen las políticas perversas que los alentaron.

Otro eufemismo es hablar de ejecuciones extrajudiciales cuando no lo son, es el caso de la muerte del líder indígena Edwin Legarda, se investiga si fue una ejecución extrajudicial o un error. Si lo mataron porque sabían que era él, no fue una ejecución extrajudicial, sino un asesinato premeditado, si fue porque no paró en un retén, esa fue una ejecución extrajudicial y no un error, porque qué código condena a muerte sumaria aplicada por el ejército a todos aquellos que no se detengan ante los retenes militares.

¿Será que el primer paso por la paz es empezar a llamar las cosas por su nombre sin morirnos de la pena?

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martes, diciembre 23, 2008

EL SEÑOR DE LOS MILAGROS

En Colombia la gente, tal vez por sus ideales católicos, cree en los milagros, es más, los espera. Por eso los sitios “milagrosos” están en ciertas fechas cabalísticas llenas de creyentes. También es la razón por la que los partidos no presentan programas e ideas sino que periódicamente exaltan a sus seguidores con alguien “capaz” de hacer milagros. Para decirlo en las palabras del psiquiatra y humanista José Gutiérrez: En el fondo esperamos (los colombianos) un príncipe valiente que nos otorgue la clave de la vida y la solución de todos los problemas. Ese príncipe no llega, pero no importa; seguimos a la espera; y en las exigencias que impone nuestra ambición a esta figura soñada “con talla presidencial”, está nuestro verdadero sectarismo, nuestra verdadera receptividad. (De la pseudo – aristocracia a la autenticidad - 1961).

Por eso no es de extrañar que los líderes del siglo pasado más recordados sean Gaitán y Galán, y para algunas generaciones, Camilo. Cuyas ideas por buenas que fueran no tuvieron la fuerza suficiente para sobrevivir a su creador, entonces por qué se los recuerda. ¿Será precisamente porque al morir antes de ponerlas en práctica no se deterioró su fama de taumaturgos? No dieron lugar al desencanto de haber sido encontrados sencillamente humanos.

Es el caso de David Murcia, el gobierno lo detuvo (en las dos acepciones de la palabra) cuando estaba haciendo el milagro, para los creyentes no fue su culpa el que el milagro no alcanzara su culminación, por eso todavía lo apoyan, piensan que si le dieran la vía libre que piden, él podría completarlo.

El fenómeno Uribe es más complejo: Como en el caso Murcia el milagro empezó a darse, con la seguridad en las carreteras, e igualmente necesitaba más tiempo. En esto consistía el “teflón” del mandatario, por eso el ímpetu reeleccionista que le daba al mago el tiempo que el milagro requería. También explica el porqué la popularidad del presidente es superior en las encuestas a la aceptación de cualquiera de los aspectos de su gobierno, como si el todo fuera mayor a la suma de las partes. Luego vinieron la muerte de Raúl Reyes y la Operación Jaque ¡El milagro se estaba dando! (Las anomalías que rodearon estos hechos no importaban, el mago tiene sus propios métodos y la magia depende del mago, además, éstas -las anomalías- se unen con otro mito social colombiano, el del “berraco”) Y, claro, la popularidad del presidente se disparó – Aunque no creo en las cifras de las encuestas debo aceptar que éstas muestran las tendencias – Para luego descender continuamente y con una pendiente estable. Hoy los analistas tratan de explicar la causa de la reversión de la tendencia: la buscan en la crisis económica, en la caída de las pirámides o en la aberración de los llamados falsos positivos pero si éstas fueran las causas, la tendencia a la baja hubiera sido muy superior en noviembre y diciembre que en agosto y septiembre, puesto que no ha sido así la causa debe ser otra.

Una vez demostrada su capacidad de hacer milagros, el falso mesías dejó de hacerlos, no hizo otros que tocaran más de cerca a sus seguidores, ¿por qué, acaso no quiere, acaso se le acabó la magia, acaso los traicionó? Para completar, ante la falta de seguridad de la reelección se está acabando el tiempo de hacer milagritos así que o se apura o no los logra. Además los otros milagreros en los que confiaban también fracasaron.

Otra posibilidad es la propuesta hace casi cincuenta años por el mismo autor citado: Además en el caso de la personalidad de los líderes agresivos, el gasto de energía que implica su agresividad, trae como consecuencia una disminución de su impulso intelectual, que con frecuencia es la base de la decadencia de nuestros hombres públicos a partir de cierta edad.

En todo caso la deserción continúa en las filas presidenciales, los fieles retornan a sus viejos adoratorios de los partidos tradicionales y claro está a La Virgen de Chiquinquirá, el Milagroso de Buga y el Divino Niño del Veinte de Julio.

domingo, marzo 11, 2007

LA ANCIANA Y EL GATO

La aparente paradoja de las encuestas – muchos aprueban a Uribe a pesar de que piensan que al país no le está yendo bien – puede tener una explicación, desde luego no es política, que hay que buscar en la sociología o en la psicología. El “Fenómeno Uribe” puede ser un momento interesante para hacer un análisis, mutidisciplinario, a la sociedad colombiana.

Habría que ir atrás, cuando Uribe se presentó como candidato, sus cifras en las primeras encuestas rayaban en lo ridículo, 2 ó3 %. Después de Bojayá subieron verticalmente. Primero la gente lo vio como alguien perjudicial, un derechista de extrema, aliado o al menos simpatizante de los paramilitares. Luego, cuando Bojayá desbordó la copa, al público dejó de importarle eso, quería plomo y más plomo a la guerrilla, por eso sus amigos paracos no le dañan la imagen, eso ya se sabía, así algunos lo tuvieran en el último recoveco de sus memorias.

Pregúntele a cualquier uribista qué ha hecho este gobierno, lo primero que va a contestar, quizá lo único, es que se puede transitar por cualquier carretera, no importa que el encuestado sea un sedentario que ni siquiera va a restaurantes campestres los fines de semana. Eso es lo IMPORTANTE, puede que como labor de cuatro años y medio de gobierno esto sea poco pero es un símbolo y psicológicamente es importante.

Que Alemania, el país más racional de Europa haya acompañado a un personaje como Hitler hasta el aniquilamiento no se puede explicar sino a través del miedo que a toda esa Nación le produjo la pérdida de Primera Guerra, la revolución frustrada del año 18, la crisis alemana del 23, la mundial del 30. El país tenía miedo y respondió buscando un monstruo que le diera seguridad.

Para analizar el Fenómeno Uribe hay que leer los estudios sobre el miedo colombiano del psiquiatra e historiador José Gutiérrez. Uribe es una respuesta irracional a un miedo que no lo es tanto.

Colombia cada vez se parece más a una anciana que sufre al tiempo de alergia a los gatos y pánico a los ratones y que aguanta con paciencia el brote y el asma que le produce el gato que le da seguridad ante su fobia.