jueves, marzo 19, 2009

LA CIENCIA EXACTA DE LAS MATEMÁTICAS

Con la caída que sufrieron los precios de las acciones en la primera semana de marzo los periodistas se mostraron preocupados, los más ricos se estaban empobreciendo. Warren Buffett ya no es el hombre más rico del mundo, lo siento por él, a George Soros le fue peor y parece que Ardila Lulle perdió más que Santo Domingo por tener un porcentaje mayor de su fortuna en Colombia y por lo tanto sometido a la devaluación del peso colombiano.

Por otra parte, el Banco Mundial habla de la disminución de las remesas hacia América Latina, para ellos los receptores mexicanos y brasileños no han perdido capacidad adquisitiva, no se han empobrecido porque la disminución de las remesas se ha compensado con la devaluación de las monedas locales. Dejando a un lado la pregunta obvia de para qué les sirve la ventaja cambiaria a aquellos que no siguieron recibiendo remesas, me pregunto por qué los pobres no son más pobres cuando reciben los mismos pesos o reales devaluados mientras el magnate colombiano lo es mientras su capacidad adquisitiva en pesos sigue siendo la misma o incluso es mayor, su preocupación no es el mercado ni el colegio de los niños sino las acciones que al estar a precios más bajos le sale más barato comprar.

Más complicado es cuantificar las pérdidas, se puede empezar por lo más sencillo, la finca raíz. Tras el escándalo de las hipotecas los precios de las casas en EE.UU. entraron en barrena y las mansiones de los millonarios no han sido la excepción, no tengo ni idea cuál ha sido la pérdida por una cualquiera de las que tiene alguno de los mencionados arriba, lo que sí sé es que la casa sigue siendo la misma que hace año y medio, los contenidos los mismos, salvo tal cual obra de arte que haya comprado entre tanto, es poco probable que la vendan y menos en momentos de crisis. ¿Entonces qué se perdió? La diferencia consiste en que ahora va a pagar menos impuestos y eso es una ganancia. Quién sabe si a los millonarios eso les moleste ya que en su mayoría tienen la adicción a quejarse de todo lo que tenga que ver con el fisco. Que yo sepa la única persona que quisiera pagar más impuestos soy yo mismo, claro está que no se trata de un patriótico deseo de colaborar más con la política de las dos mentiras, sino del más prosaico de que me aumenten el sueldo.

Para entender la pérdida de valor de las acciones se puede usar un ejemplo: Supongamos que alguien tiene cien mil acciones del Citigroup, esta mañana (escribo el 18 de marzo de 2009) amanecieron a US$ 2,60 o sea que valían 260.000; en algún momento del día alcanzaron 3,36 para cerrar a 3,08. La pregunta es ¿el poseedor de ese paquete ganó 48 mil dólares (308.000 – 260.00) o perdió 28 mil (336.000 – 308.000)? Si ampliamos el ejemplo a los últimos 365 días encontramos que hubo un momento en que sus acciones costaban 2´735.000, otro en el que su valor era de 97.000 y ahora están a 308.000. ¿Cuánto perdió?

Yo sé que poco tienen que ver gramática y economía pero si no ha vendido (eso lo han hecho quienes tienen obligaciones que cubrir, planes para los que habían ahorrado pero no los magnates) no perdió, alguien puede decir que han perdido, más correcto sería decir que van perdiendo. Sin embargo, así como la casa, las acciones siguen siendo las mismas y el gobierno más poderoso del mundo está luchando para que se vuelvan a valorizar y su trabajo es gratis, más que gratis, ya que mientras a los demás estadounidenses les suben los impuestos, los de las holdings de los grandes capitales bajan (así les suban las tasas) al bajar las bases impositivas ya que sus balances dan pérdida.

No vale la pena entrar en la extraña discusión de si una persona que tiene veinte mil millones de dólares es menos rica que la que tiene cuarenta mil millones.

Entonces ¿quién perdió? Quienes tuvieron que feriar sus acciones, aquellos que tras el remate de sus títulos debieron entregar sus casas al no poder pagar la hipoteca que habían hecho para especular en la burbuja accionaria y, claro está, los estados que recibirán menos impuestos en el momento que más los necesitan.

Mientras tanto los que tendremos que pagar más impuestos, sin que nos suban el sueldo, nos constristamos porque Warren Buffett ya no es el hombre más rico de mundo.