domingo, septiembre 05, 2010

Los 5.000 del coronel

Apareció de nuevo el coronel Gadafi, esta vez con una propuesta que de entrada sonó, afortunadamente, ridícula y que dicha en Italia (país donde el instinto educado por años reconoce los chantajes mafiosos) y de la mano de Berlusconi mostró las intenciones del matón. Pide el Coronel, nada menos que € 5.000 millones año para evitar “una Europa negra”. La frase (excesiva hasta en un pastor metodista de Alabama cuánto más en un “líder” islámico africano) quiere decir en idioma corriente acabar con la migración africana a Europa, y no – como se podría pensar- desarrollando a África sino por sus medios dictatoriales, reprimiéndola, reprimiéndola a lo africano.

Dejando de lado al coronel, que desde que los gringos le arrojaron la bomba en el patio trasero de su casa perdió toda objetividad, la simple existencia de la propuesta invita a varias reflexiones. La primera:

Aun suponiendo que Europa quiera acabar realmente con la inmigración, (principio que merece capítulo aparte) es difícil saber si está dispuesta a pagar el precio de que esto suceda. Al hablar de precio no me refiero a euros y céntimos, con los que a veces se muestran generosos, ¿está Europa (y al decir Europa me refiero al mundo industrializado) dispuesta a permitir el desarrollo de África y de América Latina?(Asia es fenómeno aparte) yo creo que no.

Desde sus albores en el siglo XII, el capitalismo ha consistido en tres simples operaciones: comprar barato, vender caro y capitalizar las ganancias. Con la revolución industrial el proceso se complicó un poco: comprar barato, transformar, vender caro y capitalizar para seguir con el proceso. Este sencillo mecanismo exige, como es obvio, quién venda barato, quién transforme y quién compre caro. ¿Estará el mundo industrializado dispuesto a dejar que otros transformen el cacao y el café para evitar que las pieles de sus nietos se achocolaten o tomen el color del café con leche? Porque mientras que el dependiente de una cafetería en Nueva York o París gane más por preparar un café que el campesino que lo produce las migraciones no se aminorarán. ¿Están dispuestos? Hay hechos históricos que lo niegan, veamos:

Terminada la segunda guerra mundial Europa estaba destrozada y arruinada, EE.UU. no sólo era el mercado más grande sino prácticamente el único, además de no poder colocar sus excedentes en un mundo pobre o empobrecido, su rival político, la URSS, con otro modelo avanzaba por Europa. A sabiendas de que iba a crear competencia para sus productos EE.UU. resuelve echarle una mano a Europa, antiguos enemigos incluidos. El Plan Marshall les crea además de aliados, un grupo de clientes con capacidad de compra. Vienen los milagros económicos y con Europa en pleno desarrollo se crea la OTAN.

Pasan unos pocos años y en el África islámica surge un líder, Nasser no es Gadafi, no llega con arrogancia de matón ni humildad de pordiosero, con dignidad busca un préstamo para crear un distrito de riego que le permita alimentar a su pueblo. A EE.UU. Egipto no le interesa ni como cliente ni como proveedor, sólo lo ve como un competidor capaz de bajar los precios del trigo y de ofrecer en los mercados internacionales un algodón igual o mejor que el suyo y, coherentes con su moral capitalista, niegan el préstamo. Lo que siguió es conocido. Nasser nacionaliza el Canal, e inicia la guerra de Suez, Inglaterra y Francia logran que Israel les saque las castañas del fuego, Rusia interviene y ante la posibilidad de un enfrentamiento nuclear, EE.UU. deja solos a sus aliados. Nasser y el mundo islámico, nuestro flamante coronel incluido, se acercan a Rusia, Asuán se construye, y como no hay estadísticas de lo que deja de pasar, nunca se sabrá cuántas migraciones ha evitado.

El tercer acto llegó unos pocos años después, en el Caribe surgió otro líder. Cuando todavía lo recibían en la Casa Blanca, Fidel Castro – con ingenuidad impropia en él- propuso una especie de Plan Marshall, su argumento: Una Latinoamérica rica sería un buen cliente para EE.UU. Lo que no comprendió Fidel fue que a los gringos Latinoamérica no les interesaba, ni les interesa, como cliente; su papel en la distribución internacional del trabajo es la de proveedor de productos a bajo precio. La idea como era de esperarse fue rechazada, Fidel acabó echándose en brazos del oso ruso y Kennedy, medio asustado, siguió en parte la idea de su colega cubano, pero la Alianza para el progreso, no fue el Plan Marshall ideado por Castro sino un simple paliativo para mostrar buena voluntad y granjearse un grupo de simpatizantes. Que el asunto no era de girar dólares y centavos quedó claro, el Pentágono se ha gastado en los últimos cincuenta años una cifra que equivale a varias veces la propuesta por Castro, para reprimir posibles revoluciones que se hubieran podido evitar con el plan propuesto que en definitiva resultaba más subversivo, en el sentido real de la palabra que cualquiera de esas revoluciones.

Así que nadie se alegre ni se alarme de la propuesta de Gadafi, los cinco mil del coronel no se van a girar ni para una cosa ni para la otra, aunque es posible que de vez en cuando se dé una cifra considerable como regalo humanitario. Las migraciones por supuesto seguirán con o sin Gadafi, con o sin la gobernadora de Arizona.